El verdugo empático
"El verdugo es muy empático, sabe muy bien donde le duele a la víctima"
¿Cuantas veces nuestro verdugo ha sido una persona cercana a nosotros y la empatía ha sido utilizada para golpearnos donde más nos duele?
¿Qué podemos añadir a la empatía para que se enmarque dentro de lo que definimos moralmente “bueno”?
La empatía por si sola parece ser suficiente en solo en contextos ligeros, nada trascendentales. No obstante, en contextos “moralmente NO aceptables o malos” se requiere algo más que empatía, por si sola no basta. La empatía tiene que, necesariamente, mezclarse con otras virtudes, tales como, la compasión, para actuar dentro de los límites que no transgreden a un otro. Ser empático significa, nada más y nada menos, que "estar de acuerdo en algo", lo que viene después viene filtrado por nuestra historia personal. La compasión considera al otro, en virtud de no dañar su integridad.
Se han escrito poemas, canciones de amor, libros enteros, leyendas y mitos que hablan de como el verdugo era precisamente la persona que teníamos más cerca. Este verdugo “aprovechándose” de nuestra vulnerabilidad y apertura, nos dio donde más nos dolía. ¿ Como nos recuperarnos de una traición así?
Por supuesto, no es fácil. La dificultad mayor radica en reconstruir la confianza y no necesariamente hacia otro, si no hacia uno mismo. En situaciones de dolor, estamos tan desesperados por dejar de sentir, que cualquier alternativa asistencialista nos sirve, pero el tiempo siempre baja la intensidad de las emociones y da paso a la razón, ofreciéndonos una visión mas decantada y clara de los hechos. Sin embargo, lo anterior no es lo mismo, que una versión objetiva e imparcial de lo sucedido. Eso es humanamente imposible, ya que todo, absolutamente todo, es un interpretación de los hechos.
Alguna vez leí este hermoso y revelador párrafo que debiésemos tener escrito en un lugar a la vista, para no olvidar:
“La traición a ti mismo a fin de no traicionar a otro es, de todas formas, traición. Y es la traición más alta.”
¿Y cuando el verdugo he sido yo mismo y me he dañado una y otra vez, traicionando mis principios y preferencias?
La mayoría de las personas cuando piensa en la palabra traición, asume como primera reflexión que es algo externo, es algo que nos hace otro, pero vamos a detenernos un momento, respiremos y preguntémonos: ¿Cuantas veces he renunciado, sacrificado o traicionado mis preferencias, gustos y/o principios a favor de otro? Cada vez que eso sucedió y NO obtuvimos la respuesta, gratificación o reconocimiento que esperábamos, nos sentimos poco valorados, traicionados, frustrados, pero la quid del asunto es: ¿QUIÉN TRAICIONÓ PRIMERO A QUIÉN?, no olvidemos que "La traición a uno mismo es igualmente traición y es la traición más alta". Seamos sensatos con nosotros mismos, por más doloroso que sea aceptarlo, muchas veces el verdugo de nuestra vida somos nosotros mismos. Nadie más que nosotros, pero sumergidos en el fondo del Pozo del victimismo y la autocompasión, jamás lograremos ver con claridad lo que sucede a nuestro alrededor. Lo primero es salir de allí, el resto vendrá por defecto.