Un mundo a medias
Tras numerosos olvidos significativos en torno a nuestra historia, podemos deducir que habitamos en un mundo de verdades intermedias. Verdad a conveniencia, verdades sombrías, verdades con sesgo, verdades políticamente adecuadas e inadecuadas. Aspirar a descubrir la verdad en un océano de vivencias e interpretaciones es una labor complicada que resulta inviable. La única opción que se puede considerar es descubrir tu propia realidad, nada más. Y esa propia verdad, también estará marcada por todo lo mencionado previamente, todo lo experimentado, todo lo adquirido, todo lo que hemos dejado ir, todo lo que hemos conservado junto a nosotros.
Esas experiencias que guardamos como tesoros que, al igual, se nos evaporan de nuestra mente, se diluyen como agua que empieza a fluir para dar paso a una vida nueva. Todo lo relacionado con esa agua surgirá y decaerá. Se refiere al ritmo vital, la dinámica de nacimiento y deceso que incide en nuestras memorias, que se plasman como huellas y emergen a la superficie como sensaciones tenues.