Habitar un País que no es tu lugar de nacimiento y crecimiento; que es diferente al lugar donde gestaste tus primeras amistades; que no guarda relación con tu historia familiar; donde los rincones de las calles no esconden tus recuerdos de infancia y juventud y no te encuentras ni reconoces en ninguna parte, no es fácil. Estando lejos se gesta una fortaleza interior, muchas veces sin saberlo, incalculable, porque se requiere coraje para permanecer integro y rearmar una versión de ti sin recuerdos que te sustenten, en un territorio que no alberga tu identidad y rehacerla para pertenecer nuevamente.
Son muchos los motivos que pueden llevarte a vivir fuera de tu País de origen. Muchos emigran de manera voluntaria para vivir una experiencia nueva, conocer nuevos lugares. Otros emigran buscando nuevas oportunidades, un lugar más seguro donde puedan crecer sus hijos. Otros simplemente son arrancados de su País sin mucho más que hacer, que salir con lo puesto. Sin embargo, sea cual sea el motivo, llega un momento, a algunos antes que otros por supuesto, que sentirás la nostalgia de tu hogar.
Nunca cobrará tanta importancia una conversación banal como cuando estas lejos. Nunca cobrará tanta importancia un domingo en familia, ni una cerveza improvisada con un amigo. Nunca cobrará tanta importancia hablar con tu acento y con las muletillas propias de tu idioma, que solo tú y tus coterráneos entienden. Nunca cobrará tanta importancia un cumpleaños perdido, una navidad, una celebración, ver crecer a los más niños de la familia, o un momento importante sin poder compartirlo. Solo estando lejos, volverás a apreciar esos momentos tan simples, tan cotidianos que son parte del movimiento fluido de la vida misma en una comunidad que comparte los mismos códigos
Estar lejos de tu “comunidad”, es, muchas veces, hacer un esfuerzo por encajar, y a pesar de eso, sentir que nunca lo harás. No obstante, con el paso del tiempo, inevitablemente vivirás nuevas experiencias, adquirirás nuevas costumbres y formas de ver el Mundo. Tu acento se irá poco a poco neutralizando y entonces, llegará un día, que ya no perteneces al lugar donde naciste, ni tampoco en el que vives actualmente. Estas en el limbo, sientes que no eres de allá ni de acá. Empiezas a habitar a ese espacio sin nombre, una tierra ficticia a la cual pertenecen todos los migrantes, extranjeros, forasteros, o como se llamen. Este nuevo territorio es habitado por miles de sentimientos, acentos diversos, culturas opuestas, y por una emoción en común: la nostalgia del recuerdo, de sentirse lejos de ese lugar que te vio nacer y crecer. Los portugueses tienen una palabra para ese estado melancólico: SAUDADE, añoranza completa, es una palabra para explicar una sensación de soledad que cubre todo el ser. Donde están tus afectos, esta tu hogar.
En ese limbo, en esa tierra ficticia donde te encuentras, poco a poco, se empiezan a difuminar las fronteras mentales, las diferencias culturales, y por voluntad o por necesidad, comienzas a sumergirte en tu nuevo mundo. Adquirieres una nueva identidad, como ciudadano del Mundo, seguramente más tolerante, enriquecido de experiencias, y quizás con otro idioma a cuestas. A tu calendario de cumpleaños por recordar, se agregarán fechas de cumpleaños de nuevas amistades, nuevos logros, nuevas alegrías y tristezas. La migración no es algo nuevo, el Mundo se ha poblado gracias a esta corriente, avances como la escritura ha sido un beneficio directo de la expansión cultural, entre otros muchos beneficios. Actualmente estamos muy contaminados por la propaganda “el Extranjero es el enemigo y el responsable de todos los males de la sociedad”, pero detente y reflexiona un poco. La mayoría de las personas que han viajado y que han vivido en otros lugares, son personas abiertas al cambio y diferencias; contrario a las personas que nunca lo han hecho, que son más rígidas en su modo de pensar con una visión de Mundo algo más estrecha, ya que ven con temor y apatía lo distinto, y eso es porque, lamentablemente, no han salido de allí, en lo conocido, encuentran seguridad en lo diferente ver una amenaza no una oportunidad.
Ser inmigrante no es fácil, el costo emocional es alto.
Harás un esfuerzo para que los recuerdos no te arranquen del presente y te lleven a ese pasado, muchas veces idealizado por la distancia. Una parte de ti, se quedará detenida en el tiempo en tu lugar de origen, y marcharás sin ese pedazo, como es lógico, porque ese espacio vacío debe ser habitado por algo nuevo. Estar lejos de lo “conocido” muchas veces provoca una sensación de estar solo en este nuevo Mundo, pero si sabes sacarle provecho a las cosas buenas que provee, no solo tú saldrás beneficiado, si no que beneficiarás a toda la humanidad. Este mundo necesita más empatía y tolerancia entre nosotros, y eso también lo conoces muy bien cuando eres un migrante
Desde la antigüedad ha habido personajes como Heródoto, el padre de la Historia, que ha intentado derribar los prejuicios y la propagada en desmedro de un extranjero, invitando a sus compatriotas griegos a derribar esas barreras mentales y no geográficas que le impedía ver al otro como un igual. Un ser humano.
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