Uno de los aspectos más sobresaliente de la memoria es el Olvido, es una característica de nuestro cerebro para desechar información que carece de utilidad y potenciar la que si. La función primordial del cerebro es sobrevivir, inclusive se antepone a conocer la verdad. Una descripción neurocientífica actual de lo que sucede con ciertos mecanismos-sanos-tan habituales de nuestra memoria.
¿Pero cómo este olvido nos ayuda?
Aparentemente olvidar ciertos momentos que están asociados a emociones muy intensas (traumas) nos permite seguir adelante como si nada haya sucedido, pero olvidar no significa borrar, por lo cual, el recuerdo sigue allí guardado, acechando y buscando la oportunidad para salir en gloria y majestad de manera borrosa y fragmentada a veces en forma de imágenes, sensaciones, colores, olores, etc., para luego encajar todas las piezas y llegar a tener una noción, más o menos clara, de lo sucedido.
Este "Olvido" podría ser llamado también la Sombra que definió Carl Jung: «No es posible despertar la conciencia sin dolor. La gente es capaz de hacer cualquier cosa por absurda que parezca, para evitar enfrentarse a su propia alma. Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad, un procedimiento, no obstante, trabajoso y, por tanto, impopular. Estos recuerdos "olvidados" se transforman luego en una personalidad discrepante, que acoge todas esas partes que negamos (de manera consciente o inconsciente) versus a nuestra personalidad activa que alberga esas partes aceptadas. No obstante, esta personalidad disidente conduce mucho de nuestros comportamientos y decisiones, y porque no, gustos y preferencias (para bien o para mal).
En el libro "Un nuevo Mundo Ahora" de Eckhart Tolle, explica un concepto muy interesante, llamado cuerpo del dolor, describe como el residuo del sufrimiento desde niño alimenta un campo de energía negativa que se aloja en la mente y el cuerpo, formado entonces el cuerpo del dolor emocional acumulado que puede estar latente o activo. Cualquier situación puede dispararlo, sobre todo situaciones que despiertan algún viejo dolor pasado, generalmente relacionado en la interacción con otros, sea cual sea su naturaleza.
Pero, ¿Qué sentido tiene olvidar si no borramos, si finalmente el recuerdo se esconde para luego salir?
Conócete a ti mismo y conocerás el universo. Si borramos todas las partes "olvidadas,” faltaría la mitad de nuestra historia y de nuestra identidad. Hemos de llegar a ese punto donde somos capaces de ver esa sombra sin miedo, iluminándola, para que sea visible y por ende poder sanarla, a través del aprendizaje de la experiencia y desde una perspectiva y lugar, físico y/o emocional, seguro. Esto sucede con tu historia personal y con la historia de lo que te rodea; todo esta inexorablemente unido.
Existe una expresión de los aborígenes australianos, llamada El Gran Olvido (The Great Forgetting), para explicar cómo se han ido perdiendo las tradiciones y sabiduría que albergaban los pueblos indígenas, debido a conquistas que han minado la base de sus costumbres. El Gran Olvido habla también de la infelicidad que provoca la perdida de conexión con el entorno natural y, por consiguiente, con uno mismo, echando al olvido los vestigios de culturas milenarias. Nuestro cerebro surge evolutivamente de estos hechos, que viene sucediendo desde que la humanidad se asentó como tribus y comenzó a absorber otras culturas, ya sea por alimento o más adelante por más poder. Cada vez que la historia general se reescribe nuestra historia personal, nuestra sociedad, y nuestros comportamientos como ciudadanos e individuos, también lo hacen, llegando así a llenarnos de sombras, individuales y colectivas, que tocara enfrentar tarde o temprano. Es este memento permanente en el vivimos sumidos en la actualidad, que reescribe y cartografía una y otra vez nuestros límites geográficos, morales, físicos y mentales, eliminando cualquier atisbo de verdad.